Últimos sucesos ( y no tan últimos), me han hecho reflexionar mucho sobre la vida y lo que somos, y lo que hacemos, y quienes somos.
Hace dos días fui al supermercado a comprar algunas cosas, bueno, muchas cosas. Cabe señalar que mi casa ha estado un poco destartalada desde que mi Ma se fue. Todos hemos estado flotando en un estado de supervivencia sin sentido y se nos olvidan las cosas básicas; el papel, las servilletas, la leche, etc.
Total el martes fui al súper antes de irme a clase de yoga. Llegué como cualquier persona, estacioné mi coche, les pedí que lo lavaran por dentro y por fuera. Tomé mis cosas y me bajé.
Me sentía sola, de ese tipo de soledad que no se cura, que no puede quitarte nadie, esa soledad que viene de adentro, que te quema y a la vez te deja fría… extrañaba a mi madre. Quería encontrar un refugio en el que cual sentarme en un piso sin pensar, me imaginaba en una alfombra, a obscuras. Dado que eso no era posible, fui al super ¿?
Recorrí los pasillos una y otra vez, pensando en que mi papá se sentía mal,- “estoy muy debilucho mija”-me decía, y sus palabras con sus ojos hinchados me pegaban en la cabeza, peleándose con la última imagen de mi madre y su frase a poco tiempo de irse -“me voy a poner bien shony, te voy a cuidar, lo prometo”. Pero ella no pudo cumplir su promesa, nos tocaba a nosotros.
Traía imágenes, emociones, sentimientos mezclados con los olores de la fruta, de los nuevos limpiadores de piso, de la loción del señor que pasó y la niña con paleta y sus mejillas encarameladas.
Bajé a la farmacia a ver qué podía encontrar para mi padre, -Ensure- me acordé, así es que fui a buscarlos, y ahí estaban las botellitas de sabores fresa, chocolate, y vainilla, con un precio de treinta y algo, cada botellita de 500 ml.- Qué caro no? (me decía Mona la contadora). Justo a medio anaquel, se deslizaba con pasos lentos un señor de edad avanzada, tendría 70 ó 75 años. Se recargaba en su carrito para poder ver… y él descubrió que los “Ensure” marca libre estaban a lado, con un precio obviamente menor, en veinte pesos. De las latitas de 20, me trasladé poco a poco por las manos, los brazos, el cuello y los brazos del señor en cuestión, me fui a sus ojos, a su sonrisa, y sus arrugas, lo miré respirar, pensé en su sueños, en sus ideas, sus sentimientos, cuando pasa frío, cuando está triste, etc. Así es que todas mis emociones, los sentimientos del día, mis frustraciones y las quejas diarias, se juntaron ahí, me sentí impotente, pequeña, indignada, triste. ¿Cómo es que los humanos dedicamos nuestra vida entera a ponerle precios a las cosas?, ¿a hacer un mejor empaque? ¿A venderlo más caro, a encontrarle un buen lugar en el anaquel?, ¿todo para qué? Para que este señor enfermo, con sus problemas a cuesta, llegue y encuentre la opción para el grupo objetivo al que pertenece y como su nivel socio económico no se lo permite, no comprará “ensure”, se llevará la latita de “nutrisure” o como se llame… cuando lo único que él quiere es estar mejor, sentirse mejor para su hija o su nieta, o su esposa. ..
SOMOS HUMANOS!!! ¿Cuándo se nos olvidó? ¿Cuándo se nos olvidó que las cosas importantes están todos los días?, ¿cuándo se nos olvidó que él es igual que nosotros?, que todos somos parte de lo mismo, del árbol del que colgaron un columpio, y del mar contaminado, todos somos parte de eso. Alguien piensa en algún momento del día que en cualquier momento todo eso se va a ir, los empaques, los relojes, el tiempo, las cosas? ¿Què es lo que queda? Qué es la vida misma? Cuál es el sentido? Tiene alguno?
No tengo que contar que me fuí llorando,pasillo por pasillo y terminé las compras con los ojos hinchados
Reflexión de una mercadóloga.
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