Me siento... rara...

Hoy

Hay días que me levanto sonriente, hay días que no, pero ya van varios días que me levanto dispuesta a levantarme. Eso es un paso. Disfruto diariamente el camino hacia mi trabajo, ir en el coche, observar a los que como yo, tienen que salir una hora antes para llegar a su destino. Café en termo, estuche de maquillaje, celular, y música, con eso está mi camino bien preparado. Sin un día falta uno de estos factores, me adapto, no pasa nada; pero cuando están todos, mi camino es placentero. A veces me pregunto qué pasará cuando esa hora se convierta en dos o tres, cuando seamos tanto que un día saldrá un coche y será el último en moverse, todos quedaremos atrapados como en un estacionamiento.
Cada mañana tengo la opción de elegir mi camino, ir de malas, por el tráfico, porque algo no salió bien, porque mi vida ha cambiado tanto; o por el contrario, sonreírle a lo que viene, a lo que me está esperando y aún no conozco, qué estará a la vuelta de la esquina? Quién estará parado ahí?, por alguna razón siempre he tenido la suerte de conocer gente extraña y significativa en mi vida, ya sea un vendedor o una viejita en la calle, pero gente que al cruzarse en mi camino, marca un momento, inolvidable por algún tiempo.
Me gusta pensar que vivo en un bosque grande, lleno de sorpresas y árboles que cuentan secretos entre sí, que de repente, dejan salir algún secreto para hacérmelo saber, para hacerme notar algo, para darme un consejo…
Hay veces que una mirada, o una sonrisa, lo cambian todo.
Un día fue encontrarme con un pan dulce en el camino, otro día fue alguien que me sonrió en el tráfico, otro, fue simplemente el sabor de mi café…
Pero entre ese ir y venir del chico que lleva café a tu auto, el que vende cigarros, el policía que dirige el tráfico, el que vende tamales todos los días en la misma esquina, la tienda, las que llevan jugos, fruta, obleas, los que construyen, los que me tocan el claxon, los que me dejan pasar, lo que hacen todo por que no pase, va y viene mi vida también.